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Atenas 1896: El sueño del barón de Coubertin ve la luz

Atenas 1896: El sueño del barón de Coubertin ve la luz

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Joaquín Anduro

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El barón Pierre de Coubertin vio cumplido su sueño cuando el 6 de abril de 1896 se dio el pistoletazo de salida a los Juegos Olímpicos de Atenas, los primeros de la época moderna.

 
En 1894, el barón francés propuso en la Sorbona recuperar esas competiciones deportivas que tan lustre daban a los primeros deportistas griegos en la Antigüedad, unos Juegos Olímpicos antiguos que tuvieron que dejar de organizarse debido a las distintas guerras que asolaban Grecia en aquella época.
A punto de llegar ya al siglo XX, la idea gustó entre los allí presentes, y se eligió Atenas como la sede inaugural de los Juegos para homenajear a aquellos héroes de la Antigüedad. París fue la primera opción, y la idea era que se celebraran en 1900 para unirlos a la Exposición Universal, pero los organizadores prefirieron no dejar tanto tiempo de espera.

Primera sesión del COI.
Primera sesión del COI.

Con un griego, Demetrius Vikelas, como primer presidente del recién creado Comité Olímpico Internacional, los primeros Juegos de la era moderna comenzaron a ver la luz. El estadio Panathinaiko fue remodelado para la ocasión como escenario de unión entre los 1503 años que separaron los últimos Juegos antiguos de los nuevos.
Las autoridades griegas se volcaron con los nuevos Juegos, y se decidió que sólo deportistas amateur participaran en las pruebas, como uno de los principios básicos de esta competición.

España, sin participación

Los números de estos primeros Juegos no tienen comparación a la actualidad. Compitieron 241 atletas de 14 países distintos, todos hombres y ninguno procedente de España. El número de países participantes varía debido a que no se competía por nacionalidades, aunque el COI oficializa la participación de:
-Alemania                                                                             
-Australia (como parte del Reino Unido)
-Austria (como parte del Imperio Austrohúngaro)
-Bulgaria
-Chile
-Dinamarca
-Estados Unidos
-Francia
-Grecia
-Hungría (como parte del Imperio Austrohúngaro)
-Italia                               
-Reino Unido
-Suecia
-Suiza
Por una diferencia de un primer puesto, Estados Unidos se impuso a Grecia en el medallero final. Los americanos ganaron 11 y los helenos 10, aunque estos dominaron en el total consiguiendo 46 podios en comparación con los estadounidenses.
El concepto de medalla de oro llegaría posteriormente, ya que a los vencedores en Atenas se les otorgaba una medalla de plata, un diploma y una rama de olivo que homenajeaba a los Juegos de la Antigüedad. Zeus y la Acrópolis ateniense formaban la cara y la cruz medallas plateadas.

Medallas otorgadas en 1896.
Medallas otorgadas en 1896.

El estadounidense James Connolly fue el primer deportista en recibir una de esas medallas de plata. El atleta se impuso en la categoría de triple salto para convertirse en el primer campeón olímpico de la nueva era.
El saltador había pasado penurias para llegar a Europa, algo similar a los demás deportistas, ya que debían pagarse de su propio bolsillo los gastos de desplazamiento y la estancia en Atenas, por lo que sólo personas con una situación económica holgada pudieron acudir a la capital helena. Algo que mejoró los resultados de la local Grecia, por otro lado.

Un aguador vence en la maratón

El gran héroe heleno de estos Juegos fue Spiridon Louis, un ciudadano que, por sorpresa, y sin más trayectoria deportiva, se impuso en la prueba reina del atletismo olímpico, la maratón. Después de completar los cerca de 40 kilómetros que separaban la ciudad de Maraton del estadio Panathinaiko, Louis aventajó en tres minutos a su compatriota y principal favorito, el campeón griego Kharilaos Vasilakos.
Louis trabajaba vendiendo agua por las calles de Atenas, cuando aún el agua potable no llegaba a todas las casas de la ciudad. Su hazaña fue motivo de orgullo entre todos los griegos y fue considerado héroe nacional. La maratón en los Juegos de 1896 fue la única competición oficial en la que participó en su historia. Desde el 2004, su nombre es historia al apodarle Spiridon Louis al Estadio Olímpico creado para los Juegos de ese año, los segundos en la historia de Atenas.

El ‘amateurismo’ instaurado en los Juegos permitió que mínimos detalles decidieran pruebas, como le sucedió a Thomas Burke. El corredor estadounidense era el único que comenzaba la carrera de 100 metros lisos agachado, algo para lo que tuvo que recibir la aprobación de los jueces de la carrera. La técnica le valió para quedar primero con un tiempo de 12 segundos y para conseguir otra medalla de plata, en los 400 metros.
Junto al atletismo hubo ocho deportes más en los primeros Juegos Olímpicos modernos: ciclismo, esgrima, gimnasia, halterofilia, lucha, natación, tenis y tiro.
La competición de esgrima fue la única en la que se permitió la participación de profesionales. Esa prueba, en categoría de florete profesional, encumbró a Leonidas Pyrgos, el primer campeón olímpico griego 1500 años después.
Halterofilia y lucha tuvieron la particularidad de que no se establecieron previamente límites de peso, por lo que los dos deportes tuvieron una prueba única. La final de lucha tuvo una particularidad, y es que se enfrentarían el campeón de halterofilia, el escocés Launceston Elliot contra el tres veces campeón en gimnasia, el alemán Carl Schumann.
El germano se impuso para completar su póker particular de medallas de plata sumando la de lucha a las conseguidas individualmente en salto de potro y por equipos en barra fija y paralelas. La final de lucha se inició un día y acabó el siguiente, ya que tras 40 minutos de pelea los jueces decidieron posponerla debido a que no había suficiente luz en el estadio Panathinaiko.
La polivalencia de Schumann se demuestra también al comprobar su participación en las pruebas de halterofilia, salto de longitud, triple salto y lanzamiento de peso. La dificultad para llegar a Atenas provocó que los atletas internacionales tuvieran que repartirse varias pruebas, mientras que los griegos sí estaban más especializados.
El rey Jorge I fue el encargado de dar inicio a la competición el 6 de abril, lunes de Pascua y aniversario de la Guerra de Independencia griega y de cerrarla el 12 de abril. Las ceremonias de apertura y clausura contaron con el apoyo de un estadio Panathinaiko abarrotado, que vibró con el himno olímpico compuesto por Spyridon Samaras y con letra de Kostis Palamas. En los Juegos de 1960 se tomaría este himno como oficial para todas las ediciones.
Con el himno de Samaras y Palamas se cerró la I Olimpiada y terminaron unos Juegos que se convirtieron en un verdadero éxito. Cuatro años más tarde llegaría la segunda edición, en ‘casa’ del barón de Coubertin y con la Exposición Universal de París de fondo.

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